Mayor capacidad de carga
Este tipo de neumáticos son especiales para soportar el peso de estos autos eléctricos. Con el fin de compensar las tensiones de deformación provocadas por esos kilogramos adicionales, así como el aumento del par motor y la rapidez con la que éste golpea las ruedas en un coche eléctrico, las empresas que las fabrican añaden fibras de aramida ultrarresistentes a sus productos. Además de garantizar una mayor longevidad y un menor desgaste, el alto contenido en sílice de la banda de rodadura contrarresta la creación de películas de agua entre el neumático y la superficie de la carretera, proporcionando un agarre a micronivel en pistas mojadas.
Mínima resistencia a la rodadura
La principal innovación en este tipo de neumático es un gran porcentaje de lubricantes naturales, lo que permite que el coche recorra la mayor distancia con pura potencia de inercia sin perder adherencia. Según el fabricante, esto no sólo mejora la sostenibilidad, sino que también refuerza la longevidad de la banda de rodadura. Como resultado, se necesita menos material para proporcionar un rendimiento constante. Las reducciones de peso de hasta un kilogramo por neumático aumentan la resistencia a la rodadura y, a su vez, disminuyen el consumo de energía del vehículo.
Mayor eficiencia aerodinámica
Esta característica también se ha investigado específicamente en relación con los neumáticos de este tipo. El diseño de los neumáticos de los coches eléctricos minimiza la resistencia al aire, lo que resulta especialmente evidente en los flancos de los neumáticos.
Más silenciosos dentro del vehículo
Esta es la otra gran preocupación de los fabricantes de neumáticos. El habitual ruido de rodadura es más audible debido a la ausencia de ruido mecánico. La reducción acústica de este modelo de neumático disminuye considerablemente los decibelios que entran en el coche.
Reducción de las emisiones reales de dióxido de carbono
Los fabricantes se han preocupado de construir neumáticos para vehículos eléctricos que permitan recorrer más kilómetros con cada carga de batería, reduciendo en gran medida las emisiones de CO2 del tráfico rodado. Esto se debe a que el objetivo principal de los vehículos eléctricos es no emitir humos.